Minería de asteroides es la nueva “fiebre del oro”, pero espacial
Los interesados están en proceso de inventariar los cuerpos rocosos que circundan la Tierra o se acumulan entre Marte y Júpiter. Los fundadores de Amazon, Tesla, Virgin y Google ya tienen planes más allá de la órbita terrestre.
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Los 12 a 15 mil asteroides que transitan al año cerca de la Tierra constituyen una nueva fuente de mineral para los países. Los privados ya se encuentran en una carrera competitiva por la extracción de su contenido, que en general es plata, cobre, plomo, níquel, hierro y zinc en cantidades impresionantes, capaces de cubrir las necesidades del planeta durante los próximos 3 mil años. Estas incursiones mineras en órbita son consideradas altamente rentables, creando una locura parecida a la "fiebre del oro" de 1848.
En estos momentos los interesados en su explotación están en un proceso de inventariar todos los cuerpos rocosos que circundan la Tierra o se acumulan entre Marte y Júpiter.
El fuerte interés recae en los fundadores de Amazon, Tesla, Virgin y Google, quienes tienen planes futuros más allá de la órbita terrestre. Algunos en Silicon Valley aseguran que existen asteroides de sólo 500 mt de diámetro que podrían contener el platino de minas terrestres de toda la historia de la humanidad, con un precio de mercado de centenares de millones de dólares.
Riqueza incalculable
En esta búsqueda de la innovación espacial, Luxemburgo anunció al mundo que explotará la minería de asteroides como un sector tecnológico clave para su economía, esperando posicionarse como el epicentro europeo en el uso de los recursos espaciales. Una de sus problemáticas recae en la "Ley del Espacio", firmada por el entonces presidente Obama, que permite la explotación y apropiación de recursos espaciales. Sin embargo, el Tratado Internacional del Espacio Exterior, suscrito en la ONU en 1967, establece que las naciones no pueden tener territorios en el espacio. Esto significaría que ningún país podría reclamar propiedad exclusiva sobre ningún cuerpo celeste.
De todas formas, los inversionistas consideran que aquí hay un camino hacia una riqueza incalculable. Para los astrónomos, estos cuerpos estelares son ricos en recursos escasos, principalmente platino y agua, de modo que la idea de extraerlos y trasladarlos a la Tierra parece de toda lógica.
Impacto ambiental
Más allá de los enormes márgenes de rentabilidad de la minería espacial surge un aspecto de alta relevancia relacionado con el impacto ambiental que tendrán estas misiones alrededor de la Tierra. El investigador Andreas Hein, de la Universidad de París-Saclay, ha calculado junto a sus equipo las emisiones de CO2 en las operaciones de extracción en asteriodes, comparándolas con actividades similares mineras en la tierra.
De acuerdo al estudio publicado en el MIT, los lanzamientos de cohetes liberan grandes cantidades de gases de efecto invernadero. El combustible a bordo de la primera etapa de un cohete se quema en la atmósfera terrestre, formando dióxido de carbono. La segunda y tercera etapa operan fuera del ámbito de la Tierra, de modo que se pueden omitir.
Pero el regreso resulta igual de perjudicial para el medio ambiente, dado que una gran parte de la masa de la aeronave se descompone en la parte superior de la atmósfera, lo que libera N2O, un gas de efecto invernadero que es aproximadamente 300 veces más potente que el CO2. De todas formas, de acuerdo a las estimaciones de esta investigación, un transbordador espacial libera aproximadamente el 20% de su masa en forma de este óxido nitroso cada vez que regresa al planeta.
Tanto Hein como sus colegas calcularon que un kilogramo de platino, Pt, extraído de un asteroide libera alrededor de 160 kilogramos de CO2 en la atmósfera de la tierra. Las economías de escala de grandes operaciones podrían reducirlo a unos 60 por kilogramo de Pt.
La extracción de este mismo mineral en el mundo genera importantes gases de efecto invernadero, principalmente debido a la energía que se necesita para su sustracción. Un kilogramo de platino en la tierra libera alrededor de 40 mil kg de CO2, afirman los investigadores.
El mismo ejercicio fue realizado con la extracción de agua de un asteroide, estimándose las emisiones de gases de efecto invernadero generadas en una operación hacia cualquier lugar dentro de la órbita lunar, llamada cisclunar. Luego compararon el dióxido de carbono que se generaría al enviar la misma cantidad de agua desde la Tierra a la órbita.
Hein sostiene que "la gran diferencia es que un vehículo que traslada agua desde el planeta sólo puede llevar un porcentaje pequeño de su masa en forma de H20. Por su parte, una nave espacial minera de asteroides puede transportar a la órbita cislunar un volumen mayor a su propia masa, lográndose importantes ahorros en CO2".
En la medida que la industria minera se vuelva cada vez más respetuosa con el medio ambiente, utilizando energías renovables en sus operaciones, y los lanzamientos de los cohetes sean más ecológicos mediante el desarrollo de combustibles verdes, entonces ambas cifras podrían ser comparables de manera adecuada.
De hecho, la investigación no incluyó la construcción de las plataformas de lanzamiento de los cohetes ni el control de la misión en la Tierra, todo lo cual también eleva las emisiones de gases de efecto invernadero de la minería de asteroides.
Lo interesante es que la investigación sitúa la atención en los impactos ambientales de la minería en la Tierra y el espacio, abriendo el desarrollo de un nueva mirada holística de un sector que siempre ha estado centrado en el planeta. Es muy probable que ambos ciclos de vida ambientales serán prioridades para los próximos años.
Chile, con foco en los nanosatélites
Chile se encuentra en una carrera espacial muy diferente, focalizada en los nanosatélites. El primero, construido íntegramente en el país, cumplió un año en órbita. Para el 2019 se esperan otros dos nuevos, denominados Suchai 2 y 3, que prometen ser tres veces más grandes, con mayor volumen y energía, y coordinados entre sí. Una realidad muy alejada todavía de la minería de asteroides.